Conde de Villiers de L´Isle Adam, a los 129 años de su muerte

Ese poseído de un deseo llameante y colérico, tenía un inmenso fondo de dulzura, llevaba en su alma fuego de amor de la celeste hoguera de los serafines. Rubén Dario

Este era un rey, así, como en los cuentos azules, hubiera debido empezar la historia del monarca ratê, pero prodigioso poeta, que fué en esta vida, uno de los genios literarios más grandes y originales del siglo XIX. Juan María Matías Felipe Augusto, Conde de Villiers de L´Isle Adam. Vástago de una noble familia bretona, un gentilhombre desgraciado, vestido de negra hopalanda y con sombrero de copa, tenía el aire absurdo y paradójico de estar vestido de padrino de sus propios duelos, del duelo siempre en trámites caballerescos, siempre planteado entre él y la vida, que no es nada caballerosa y que acaba matando por la espalda; nació el 7 de noviembre de 1838 en Saint-Brieuc.
Nació para triunfar y murió sin ver su triunfo; descendiente de nobilísima familia vivió pobre, casi miserable; aristócrata por sangre, arte y gustos, tuvo que frecuentar medios impropios de su delicadeza y realeza. Bien hizo Verlaine en incluirle entre sus poetas malditos. Su familia queda en la ruina y pasa a depender de la señora Kérinou, tía abuela del escritor. Cuando era tan sólo un adolescente, Villiers disfruta durante dos años las delicias de París, donde traba amistad con Baudelaire y Wagner, que quedan inmediatamente deslumbrados por el genio singular y extravagante del joven aristócrata. Poco después la familia Villiers-Kérinou se instala definitivamente en París y el conde empieza a frecuentar los salones y cenáculos literarios de moda, donde su presencia se hace imprescindible. En 1867 se anamora de Estelle Gautier, hija natural de Théofile Gautier, pero el enlace matrimonial se hace imposible debido a la oposición de la familia Villiers. A consecuencia de este desengaño se sumerge en un periodo de intensa actividad literaria y funda la Revue des Lettres et les Arts. La muerte de su tía abuela, su gran benefactora, de cuya asignación dependía económicamente. A partir de entonces se hundió completamente en la miseria, condición que le perseguiría hasta el final de sus días e incluso en los primeros tiempos de su muerte. (Fue necesaria una colecta de sus amigos y lectores para conseguir que sus restos reposaran en una tumba individual durante cinco años, evitando que fueran a parar a la fosa común, y sólo gracias a una posterior colecta pública de Le Jornal y La Justice se sufragaron los gastos de un lugar de reposo definitivo en el cementerio del Père Lachaise. La insostenible penuria en que vive le obliga a ofrecer sus escritos y batallar con diversos editores, que le pagan apenas unas migajas con las que va sobreviviendo. En esta época publica sus célebres Cuentos crueles, colección de obras maestras del humor más negro y poético. Conoce entonces a Marie Dantine, que se habría de convertir en su compañera de miserias (muy lejos del ideal del amor supremo. Esta mujer abnegada, conocida coo La Devota, analfabeta y poco agraciada, se dedicó por entero a este paradójico conde bohemio, manteniendo siempre sus ropas limpias y remendadas, sus botas brillantes y un plato caliente en el hogar.
Despertó la poesía en la campaña bretona, donde, como Poe, tuvo un amor desgraciado, una ilusión dulce y pura que se llevó la muerte. Es de notarse que casi todos los grandes poetas han sufrido el mismo dolor; de aquí esa bella constelación de divinas difuntas que brillan milagrosamente en el cielo del arte, y que se llaman Berenice, Lady Rowena de Tremain, y la dama sublime que hizo vibrar con melodiosa tristeza el laúd de Dante Gabriel Rossetti. Shakespeare y Poe han producido semejantes relámpagos, que medio iluminan, siquiera sea por instante, las tinieblas de la muerte, el obscuro reino de lo sobrenatural. Este impulso hacia lo arcano de la vida persiste en obras posteriores, como los Cuentos crueles, los Nuevos cuentos crueles, Isis y una de las novelas más originales y fuertes que se hayan escrito: La Eva futura. Espiritualista convencido, el autor, apoyado en Hegel y en Kant, volaba por el orbe de las posibilidades, teniendo a su servicio la razón práctica, mientras tomaba fuerza para ascender y asir de su túnica impalpable a Psiquis. La Eva futura, una de las mejores novelas de ciencia ficción del siglo XIX, aparece por entregas en La Vie Moderne en 1885, y un año más tarde ve la luz en las librerías. Esta novela, que él consideraba su obra maestra, fue escrita en condiciones espectaculares de miseria: apenas disponía de papel y tinta, y muchos de sus capítulos fueron cuidadosamente elaborados en el suelo, a falta de mesa, sobre unos papeles de periódico. La Eva futura no tiene precedente ninguno: es obra cósmica y única; obra de sabio y de poeta: obra de la cual no puede hablarse en pocas palabras. Sea suficiente decir que pudieran en su frontispicio grabarse, como un símbolo, la Esfinge y la Quimera; que la andreida creada por Villiers no admite comparación alguna, a no ser que sea con la Eva del Eterno Padre; y que al acabar de leer la última página, os sentís conmovidos. Cuando Edison estuvo en París, en 1889, alguien le hizo conocer esa novela en que el Brujo es el principal protagonista. El inventor del fonógrafo quedó sorprendido. He aquí, dijo, un hombre que me supera. ¡Yo intento; él crea!
Si genio es el que crea, y el que ahonda más en lo divino y misterioso, Villiers fué genio. Pobre como Villon, vagabundo como Verlaine, los muchos años de miseria le pasaron factura, y el 12 de agosto de 1889 ingresa en el Hospital de los Hermanos de San Juan de Dios, con un cáncer de estómago. El reverendo padre Silvestre, que había ayudado a bien morir a Barbey d´Aurevilly, casó al conde con su humilde y antigua querida, la cual le había amado y servido con adoración en sus horas amargas de enfermo y de pobre, y el miso fraile preparóle para el eterno viaje. Luego, después de recibir los Sacramentos, rodeado de unos pocos amigos, entre los cuales Huyssmans, Mallarmé y Dierx, entregó su alma a Dios el excelso poeta, el raro artista, el rey, el soñador. El 18, a las once de la noche, muere ese hombre que desgarraba las entrañas de sus víctimas, ese salvaje, ese poseído de un deseo llameante y colérico, tenía un inmenso fondo de dulzura, llevaba en su alma fuego de amor de la celeste hoguera de los serafines. No era de estos tiempos. Más de una vez habréis pensado en ciertos espíritus que hubieran podido ser, como una chispa más del fuego celeste con que Dios forma los genios, genios completos, genios totales; pero que, águilas de cortas alas, ni pueden llegar a la suprema altura, como los cóndores, ni revolar en el bosque, como los ruiseñores.

Rubén Dario, 1905 y prólogo: editorial Valdemar, (adaptación de Graciela Mejía González).

Ver: Lo artificial y sus incitaciones desconocidas  https://vieliteraire.blogspot.com/2015/10/lo-artificial-y-sus-incitaciones.html
Arthur Rimbaud  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/arthur-rimbaud.html
200 años de Théophile Gautier   http://vieliteraire.blogspot.com/2011/12/la-belleza-del-arte-literario-200-anos.html
Los Cantos de Maldoror, Conde de Lautréamont  https://vieliteraire.blogspot.com/2017/08/los-cantos-de-maldoror-conde-de.html
Edgar Allan Poe  https://vieliteraire.blogspot.com/2012/03/edgar-allan-poe-la-luz-no-proviene-de.html
Honoré de Balzac, la ambición devoradora de escribirlo todo http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/10/honore-de-balzac-la-ambicion-devoradora.html
Alphonse de Lamartine, el poeta de Dios, la naturaleza y el amor  http://vieliteraire.blogspot.mx/2014/01/alphonse-de-lamartine-el-poeta-de-dios.html
Goethe, los inicios de la literatura del romanticismo  https://vieliteraire.blogspot.mx/2016/05/goethe-los-inicios-de-la-literatura-del.html