El arte verdadero

Desde que el espectador, el oyente, el lector, adivinan que el artista está emocionado por su propia obra, se asimilan todos sus sentimientos; y por lo contrario, cuando adivinan que el autor no produce su obra para sí mismo, que no siente lo que expresa nace en ellos un deseo de resistencia, y ni la novedad del sentimiento, ni la claridad de la expresión les lleva a la emoción deseada.



Para todo hombre de gusto no pervertido o atrofiado, el signo que dejo dicho conserva todo su valor, permitiéndole distinguir claramente la impresión artística de todas las demás. La particularidad principal de esta impresión consiste en esto: en que el hombre que la recibe, encuéntrase, por decirlo así, confundido con el artista. Le parece que los sentimientos que le transmiten no provienen de otra persona, sino de sí mismo, y que cuanto el artista expresa, él mismo pensaba, hacia tiempo, expresarlo. La obra de arte verdadero suprime la distinción entre el hombre a quien se dirige y el artista, como asimismo entre aquel hombre y todos los demás a quien se dirige la obra. Y en esta supresión de toda separación entre los hombres, en esta unión entre el público y el artista, consiste la principal virtud del arte. ¿Experimentamos este sentimiento en presencia de una obra? Es que se trata de una obra de arte. ¿No lo experimentamos, no nos sentimos unidos al autor y a los hombres a quienes la obra está dedicada? Es que no hay arte en la obra. Y no solamente el poder del contagio es el signo infalible del arte, sino que el grado de ese contagio es la única medida de la excelencia del arte. Cuanto más fuerte es el contagio, tanto más verdadero es el arte, como tal arte, independientemente de su contenido, es decir, del valor de los sentimientos que nos transmite: 1° de la mayor o menor singularidad, originalidad, novedad de los sentimientos expresados; 2°, de la mayor o menor claridad en la expresión de esos sentimientos; 3°, de la sinceridad del artista, o de la intensidad mayor o menor con que experimenta él mismo los sentimientos que expresa. Desde que el espectador, el oyente, el lector, adivinan que el artista está emocionado por su propia obra, se asimilan todos sus sentimientos; y por lo contrario, cuando adivinan que el autor no produce su obra para sí mismo, que no siente lo que expresa nace en ellos un deseo de resistencia, y ni la novedad del sentimiento, ni la claridad de la expresión les lleva a la emoción deseada. Si el artista es sincero expresará el sentimiento tal como lo ha experimentado; y, como cada hombre difiere de los demás, los sentimientos del artista serán tanto más nuevos para los demás hombres, cuanto más profundamente los haya él experimentado. Y, de la misma manera, cuanto más sincero es el artista, con mayor claridad expresará el sentimiento nacido en su corazón. La sinceridad es también la condición esencial del arte. Esta condición está siempre presente en el arte popular, y falta casi siempre en el arte de las clases superiores. El arte es, como la palabra, uno de los instrumentos de unión entre los hombres, y, por consiguiente, de progreso, es decir, la marcha progresiva de la humanidad hacia la dicha; el arte permite a las generaciones nuevas experimentar los mismos sentimientos que han experimentado las precedentes, y los mejores de sus contemporáneos. Y de la misma manera que se verifica la evolución de los conocimientos, cuando los conocimientos reales y útiles substituyen a los caducos, igual se genera la evolución de los sentimientos por medio del arte. Los sentimientos inferiores, menos buenos o menos útiles para la dicha del hombre, son substituidos sin cesar por mejores sentimientos, más útiles para aquella dicha. Tal es el destino del arte. Y, por consiguiente, el arte, en cuanto a su contenido, es mejor cuando mejor cumple aquel destino. La valuación de los sentimientos, o sea la distinción entre los que son buenos y los que son malos para la dicha del hombre, es obra de la conciencia religiosa de una época. En todas las épocas históricas y en todas las sociedades, existe una concepción superior -propia de cada época- del sentido de la vida, y ella es la que determina el ideal de felicidad, hacia el cual tienden cada época y cada sociedad. Esta concepción constituye la conciencia religiosa. Y esta conciencia se encuentra siempre expresada con claridad por algunos hombres escogidos, mientras que el resto de sus contemporáneos la sienten con mayor o menor intensidad. En toda sociedad ha habido y habrá siempre conciencia religiosa. Y en conformidad con esta conciencia religiosa, han sido valuados siempre los sentimientos expresados por el arte. Y solamente sobre la base de la conciencia religiosa de todos los tiempos, es como han podido discernir los hombres en la variedad infinita del dominio del arte, los asuntos capaces de producir sentimientos conformes con el ideal religioso de su tiempo. Y el arte que expresaba aquellos sentimientos era altamente apreciado mientras que el que expresaba sentimientos derivados de la conciencia religiosa de épocas anteriores, sentimientos gastados, rancios, ha sido siempre desdeñado y abandonado. El arte proviene de la esencia misma de la naturaleza humana, y ésta es invariable. Toda la historia nos demuestra que el progreso de la humanidad se ha verificado siempre bajo la guía de una religión. Y como el progreso no se detiene, como su marcha ha de continuar durante nuestro tiempo, nuestro tiempo necesita también una religión propia. La conciencia religiosa de nuestro tiempo consiste, de una manera general, en reconocer que nuestra dicha material y espiritual, individual y colectiva, actual y permanente, reside en la fraternidad de todos los hombres, en nuestra unión para una vida común. La supresión de todas las barreras físicas y morales que se oponen a la unión de los hombres, y de otra, el establecimiento de principios comunes a todos los hombres, en nuestra unión para una vida común. Es fraternidad universal.

León Tolstoi

Ver: ¿Qué es el arte?  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/que-es-el-arte.html
El arte falso  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/el-arte-falso.html
Las falsificaciones del arte  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/las-falsificaciones-del-arte.html
El arte kitsch  http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/10/el-kitsch.html
El arte bello http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/el-arte-bello.html
El arte bueno  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/el-arte-bueno.html