Hijo de la antigua Grecia y de la Francia joven tu altivo respeto a los muertos estuvo lleno de esperanza; jamás cerraste tú los ojos al porvenir. Mago en Tebas, druida al pie del negro menhir, flamen a orillas del Tiber y brahmín a orillas del Ganges, disparando con el arco del dios la flecha del arcángel a la cabecera lo mismo de Aquiles que de Roldán, forjador misterioso y potente, tú sabías fundir todos los rayos en una sola llama; el ocaso se encontraba con la aurora en tu alma. Victor Hugo.
Théophile Gautier, poeta exquisito, de prosa maravillosa y verso. Con su pluma y su alma tejía las letras, las palabras y las expresiones y las convertía en joyas, por que "para el poeta y el escritor, las palabras tienen en sí mismas, y fuera del sentido que expresan, una belleza y un valor propios; como piedras preciosas que aun no han sido talladas y engarzadas, encuentran alguna vez al conocedor que las contemple y saque del arca que las guarda, como haría un joyero mientras medita la construcción de un brazalete o de un cáliz. Hay palabras diamantes, amatistas, zafiros, turquesas, otras que brillan llameantes, como carbunclos de Zeus, y no es trabajo pequeño el elegirlas y combinarlas".
Nació en Tarbes el 31 de agosto de 1811. Desde muy temprano sintió el llamado de las musas. Dedicado primeramente a la pintura, no tardó en darse cuenta de su verdadera inclinación. Figura prominente de la vida artística y literaria de París. Defensor del movimiento romántico encabezado por Victor Hugo. Se cuenta entre los mejores y más influyentes críticos de su época. Para Gautier el arte es la maravilla del mundo, el prodigio máximo de la existencia, lo único perdurable junto con la naturaleza, lo que mejor consuela de vivir y opinaba que el artista no tenía ningún compromiso con la ética, por el contrario, su obligación era alcanzar la perfección en la forma y la expresión, en la impersonalidad y las cualidades técnicas; por eso su obra es difícil de clasificar en uno u otro movimiento literario, por unos fue llamado romántico, y por otros parnasiano, pero la obra de Gautier no puede ser de una u otra tendencia, puesto que sus intereses estéticos y artísticos se extienden más allá. La reacción en contra del romanticismo inicia con su obra poética "Esmaltes y camafeos" en 1852, pero los parnasianos llevaron el cambio más lejos. El movimiento poético de los parnasianos invitaba a la experimentación con el verso y las formas métricas. Tomaron su nombre de su periódico Le Parnasse Contemporain (1866-1876). En respuesta al romanticismo, los poetas parnasianos defendían el arte por el arte, la poesía basada en temas exóticos y elaborada con minuciosidad. Sus principios habían sido formulados anteriormente por Gautier en su prefacio a "Mademoiselle de Maupin". El movimiento influyó en toda Europa y dio paso posteriormente al simbolismo. Theophile Gautier fue maestro de la generación romántica e inspirador de poetas. Desde muy joven demostró su aversión por el academicismo literario y volcó su entusiasmo sobre Villon, Rabelais y los llamados "Poetas Malditos". Escribió novelas por entregas, artículos y críticas en distintos diarios y revistas, además de libros de viajes y relatos cortos. Influyó en uno de los más importantes poetas del siglo XIX, Charles Baudelaire. Acerca de lo que Théophile Gautier le legó, Baudelaire escribe: "Poco a poco me acostumbré a la perfección, y me abandoné al movimiento de ese hermoso estilo, onduloso y brillante, como un hombre montado en un caballo seguro que le permite la meditación, o a bordo de un navío lo bastante sólido para desafiar los temporales no previstos por la brújula, y que puede contemplar a gusto los magníficos decorados desprovistos de error que la naturaleza construye en sus horas de genio. Gracias a esas facultades innatas, tan preciosamente cultivadas, Gautier ha podido a menudo sentarse a una mesa corriente, en el despacho de un periódico, e improvisar cualquier cosa, crítica o novela, con el carácter de algo irreprochablemente terminado, y que al día siguiente provocaba en los lectores tanto placer como estupor había producido en los compositores de la imprenta la rapidez de la ejecución y la belleza de lo escrito". Y le dedicó su obra máxima "Las Flores del Mal": Al poeta impecable, al perfecto mago de las letras francesas, a mi muy querido y muy venerado maestro y amigo Théophile Gautier. Con los sentimientos de la más profunda humildad dedico estas flores enfermisas. "¡Hombre dichoso, hombre digno de envidia!: sólo amó lo bello; sólo buscó lo bello; y cuando un objeto grotesco o repugnante se ofrecía a sus ojos, aún sabía extraer de él una misteriosa y simbólica belleza. Hombre dotado de una facultad única, poderosa como la fatalidad, ha expresado, sin fatiga, sin esfuerzo, todas las actitudes, todos los aspectos, todos los colores que adopta la naturaleza, como también el sentido íntimo contenido en todos los objetos que se ofrecen a la mirada humana". El 23 de octubre de 1872 murió apaciblemente, como había vivido. Fue enterrado en el cementerio de Montmartre. Creo con certeza que la obra de Gautier es una manifestación espiritual y lo hallé como un lector habitual encuentra en los autores y las lecturas una exaltación del espíritu, con la cual hasta los más ocultos detalles de la sensibilidad se ven afectados. Esta exaltación espiritual, de la cual ningún admirador de la belleza está ajeno, es la razón de una búsqueda inagotable de placer. Théophile Gautier se adelanta a los críticos literarios al afirmar que la idea del progreso es un engaño, que tan solo importa la belleza. "Los que esculpimos pacientemente ese duro mármol que se llama verso, en nuestra miseria y en nuestra soledad, no envidiamos aquel tumulto, aquellos aplausos, elogios y coronas, aquellos carruajes desenganchados por el entusiasmo, aquellas serenatas con antorchas, ni aun, después de la muerte, aquellos inmensos cortejos que parece dejan deshabitada una ciudad por algunas horas".
Para Gautier la poesía debía estar más atenta al efecto artístico que a la vida. Su obra poética es la más hermosa y el inicio de la llamada "poesía moderna". Sus primeros poemas son fieles a los principios del romanticismo, pero en 1832 se alejó de estas doctrinas para abrazar la idea de l'art pour l'art, puesta de manifiesto en "Albertus" de 1832 y "Esmaltes y camafeos" de 1852, dichos poemas son breves porque recogen la rápida impresión causada en el autor por un paisaje o un sentimiento. Un sutil juego de imágenes y una muy elaborada concisión técnica, que sirvió de inspiración a los poetas posteriores. Como novelista, a Gautier se le conoce principalmente por su "Mademoiselle de Maupin" de 1835. Es una de las obras más subversivas de la narrativa francesa del siglo XIX. Obra sobre el amor y la condición de la mujer y las relaciones sentimentales. La obra cuenta la historia de una mujer que, harta de los hombres, decide hacerse pasar por uno de ellos. Así, la joven muchacha se convierte en Théodore, un joven de una extraordinaria belleza que seduce por igual a hombres y mujeres hasta el punto de que el apuesto y viril D´Albert, siempre en busca de la mujer ideal, se enamora de él, obligándole a romper con todas sus ideas preconcebidas y a entrar en un embarazoso y divertidísimo juego de seducción y desconcierto. Como tantos otros hallazgos, a los románticos también les debemos la imagen habitual entre nosotros del antiguo Egipto, esa imagen que sigue columpiándose más o menos rutinariamente entre las monumentales escenografías hollywoodenses y los reportajes sobre las faraónicas exposiciones del oro de Tut-An-Khamon, y que ha llegado a ser una de las más habituales de nuestro entorno. De Theophile Gautier, "La novela de la momia" se destaca como una pequeña joya. Tiene el frescor y la alegre soltura de las primeras versiones. Tiene también la virtud de estar avalada por la mejor erudición de su época y de ser casi su portavoz. Sus personajes son mucho más para los ojos que para la mente o el corazón. La cultura arcaica que describe resulta mucho más pintoresca que enigmática y mucho más decorada, pero la precisión y la riqueza de esa pintura son inigualables en su género e invitan a un verdadero festín de exquisita sensualidad. "La Muerta Enamorada" es una de las obras que más puede evidenciar el estilo y el arte de Gautier. En ella el día y la noche, lo real y la ilusión, lo grotesco y lo sutil, la seducción y la repugnancia en un tono enigmático y encantador que se funden de manera imperceptible. Es una novela corta en la que un anciano sacerdote relata la única experiencia con el amor, sucedida en su juventud y ofrecida por un espectro de la noche, "ángel o demonio", dotado de las más excelsas emanaciones de sensualidad, ternura y belleza. Romuald, que hasta entonces había sido un casto y correcto ferviente del señor, se encuentra de repente sumido en una fascinación inexplicable por una pasión siniestra. Clarimonde, la vampira de este relato, y la más voluptuosa, inofensiva y atrayente que yo haya conocido, tiene al igual que la prosa de su creador una magia perfecta. Es la encargada de arrastrar al casto sacerdote a los más profundos y oscuros abismos, en los que la belleza resplandece de forma extraña y fascinante. De esta manera entonces, el autor desarrolla uno de los temas más recurrentes en su obra: el sueño. Lo que sucede en la vigilia y en el sueño del perturbado sacerdote, son acontecimientos absolutamente distintos y contradictorios. La complicación de su existencia entre lo real y lo soñado lo arrastran casi a la locura, hasta el punto de no saber si es un generoso sacerdote que cada noche sueña ser un galán, fatuo y libertino joven, señor de la más hermosa y voluptuosa mujer, o si por el contrario es este joven entregado a los placeres quien sueña ser un mortificado sacerdote. "Avatar" y "Jettatura", son dos apasionantes novelas en las que Theophile Gautier nos va introduciendo de forma fascinante y magistral en dos de las historias de amor más bellas de la literatura del siglo XIX. En ambos relatos y a pesar de que sus argumentos son diferentes, en "Avatar", el protagonista se somete a un intercambio de almas y en "Jettatura", trata del poder destructivo del mal de ojo, el amor se presenta como una fuerza arrolladora que obliga a sus personajes a cometer acciones a las que jamás se prestarían si el sentimiento amoroso no fuera lo más importante de sus vidas. Desde la primera frase de "Avatar": Nadie podía comprender la enfermedad que minaba lentamente a Octave de Saville, y la llegada del Leopoldo, magnífico barco de vapor toscano, a la bahía de Nápoles, en "Jettatura", nos deja una fascinación que ya no se puede interrumpir la lectura hasta saber qué depara el destino a los personajes y, sobre todo, cómo el autor resuelve los enigmas que tan misteriosamente plantea. La última novela que Gautier escribió y de la que muy poco se ha hablado fue "Espirita". "Espirita" es la historia de unos amores de ultratumba. Guy de Malivert, un dandy desencantado del mundo, sumergido y aquejado de melancolía, mantiene relaciones amorosas con una dame à la mode. Pero el alma de una joven, muerta de amor por él, se interpone entre los dos haciendo manifiestos sus designios por medio de un iniciado: el barón de Feroë. En sus noche de delirio la mano de Guy, guiada por un impulso sobrenatural, escribe la trágica historia de la joven, que además le informa de lo que es el otro mundo. La muerte de Guy a manos de unos bandidos griegos le permitirá ir a unirse con su amada Espirita en su mundo. Publicada en 1866, siete años antes de su muerte, "Espirita" está considerada como una obra maestra en su género y una de las mejores obras de Gautier. Entre otra de sus joyas se encuentra la biografía que hace de uno de sus mejores amigos, "Honoré de Balzac", y unas biografías breves a la poeta "Madame de Girardin", a la cantante "Madame Sontag" y a la actriz conocida como "La Rachel". "Arria Marcella", "Recuerdo de Pompeya", "Dos actores para un papel", "Ónfala", "El caballero doble", y "La cafetera", son relatos que al igual que "Espirita" despliegan esa fascinación delirante, ejemplos magistrales de ese género que se ha llamado "Literatura Fantástica".
“Deja al menos que caiga de tus labios sobre mis labios un tardío beso, para que así una vez esté en mi tumba en paz y el corazón pueda dormir”.
Pierre Jules Théophile Gautier (1811-1872)
Graciela Mejía González
Ver: Honoré de Balzac, la ambición devoradora de escribirlo todo http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/10/honore-de-balzac-la-ambicion-devoradora.html
Alphonse de Lamartine, el poeta de Dios, la naturaleza y el amor http://vieliteraire.blogspot.mx/2014/01/alphonse-de-lamartine-el-poeta-de-dios.html
Espirita, Théophile Gautier http://vieliteraire.blogspot.mx/search/label/Espirita.%20Théophile%20Gautier
Avatar, Théophile Gautier http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/10/avatar.html
La cafetera https://vieliteraire.blogspot.mx/2014/06/la-cafetera.html