El tiempo, destructor inexorable

¡Vanidad de vanidades! Cierto, todo es vanidad. Se sienten, a veces, deseos de acabar con nuestro objetivo, con nuestro fotógrafo y, poniendo los ojos en la aparente bóveda del cielo, preguntar hasta qué punto puede ser gratuito el alquiler de este trozo de universo. Villiers de L'Isle Adam


En 1568, mucho antes de que se creyera posible fijar las imágenes, la cámara era utilizada, primero, por los astrónomos, y luego por los artistas; al crearse la cámara oscura se convirtió en herramienta del pintor porque le permitía registrar imágenes naturales contra un fondo equivalente a la retina con el que era posible hacer espectros lineales o dibujos tonales. Esto consistía en proyectar una imagen a través de un estenopo en una superficie plana y de ahí se podía calcar. De la misma manera que los artistas debatirían más tarde la utilidad, e incluso la exactitud de la imagen fotográfica, también sus precursores, sobre todo en el siglo XVIII, discutieron sobre las imágenes de esta máquina capaz de ver. Desde el siglo XVI hasta el XIX, se diseñaron cámaras oscuras de muy diversos tipos: grandes y pequeñas, con lentes o sin ellas, algunas con espejos reversibles y con distinta disposición de placas de cristal esmerilado u otros materiales a modos de visor para registrar las formas naturales, sin embargo,˝Dios puso en nuestros ojos los primeros aparatos fotográficos: el órgano de la visión, lo mismo en el hombre que en los animales, es una perfecta cámara oscura, envuelta en el paño negro de la coroides, protegida además contra las influencias de la luz exterior por las blancuras de la esclerótica; provista de contráctil orificio que gradúa la luz, de maravilloso lente que la enfoca, de placa impresionable, que recibe la imagen reproduciéndola, no así como se quiera, sino con todas las delicadezas del más mínimo detalle, con todas las sutilezas del color y el matiz, con todas las graduaciones de la luz, de la sombra, del claroscuro. Pero la retina, placa impresionable de maravillosa sensibilidad, aunque recibiendo constantemente la impresión de la imagen, permanece enteramente virgen: la malla sutil, la trabazón delicada del nervio óptico que en ella se extiende, posee, al mismo tiempo que la tersura, la impasibilidad de un espejo: todo lo copia, nada conserva. La memoria intenta en vano fijar aquellas bellezas de que los ojos la hicieron testigo: ¡inútil empeño! El tiempo, destructor inexorable, va borrando contornos, desvaneciendo tintas, embrollando líneas y confundiendo rasgos". ¿Cómo alcanzar la memoria de lo visto? ¿Cómo conservar huella perdurable de la belleza, una vez observada? ¿No es desesperante pensar en los cuadros, retratos, vistas y paisajes que pudo recoger en otro tiempo y que ya se han perdido para siempre? Los pintores imaginan: también necesitamos la transmisión de la realidad positiva. ¡Qué diferencia! Ya no veremos, ya no reconoceremos nunca por sus efigies a los hombres  y a las cosas de antaño, salvo en el caso de que el hombre descubra la forma de reabsorber, por medio de la electricidad o por un agente más sutil, la reverberación, interastral y perpetua de todo cuanto sucede ¡Todo se borra, en efecto! ¡Todo, hasta los reflejos en el colodión y las huellas del papel de estaño! ¡Vanidad de vanidades! Cierto, todo es vanidad. Se sienten, a veces, deseos de acabar con nuestro objetivo, con nuestro fotógrafo y, poniendo los ojos en la aparente bóveda del cielo, preguntar hasta qué punto puede ser gratuito el alquiler de este trozo de universo; inquirir quién paga la cera de las luminarias y quién anticipa los fondos para que pongamos casa con los adornos y los arambeles raídos y remendados del Tiempo y el Espacio. La primera fotografía fue hecha por Joseph Nicéphore Niepce, quien logró fijar químicamente una imagen. No utilizó plata sino betún de Judea, aceite y una placa de peltre. En 1822, Niepce consiguió fijar sobre cristal algo a lo que decidió dar el nombre de heliógrafo. Niepce y su hijo, Isadore, de quien se dice que era pintor y escultor, practicaban el arte de la litografía desde 1813 aproximadamente. Como resultaba difícil conseguir piedras calizas litográficas de buena calidad, no tardaron en sustituirlas por placas de peltre, hacia 1816, Niepce padre, que no era muy buen dibujante, tuvo la idea para imprimirla. Después de varios e infructuosos experimentos con cloruro de plata, Niepce se sirvió de otra sustancia fotosensible llamada betún de Judea; las partes no expuestas se podrían disolver, poniendo al descubierto el metal en el que se quería grabar al aguafuerte. En esta primer imagen, las zonas subexpuestas permanecieron blandas y se eliminaron con un baño de aceite de lavanda. Niepce murió en 1833 dejando a su hijo la tarea de proseguir sus experimentos con Daguerre, el cual convencido de que su propio procedimiento, a base de yodo y mercurio, era más factible, no tardó en fijar la imagen de la cámara, aunque no de manera permanente. Para 1837, Daguerre había conseguido sacar su primera fotografía permanente, con ayuda de sal común a modo de fijador. Así fue como Daguerre, creó en 1833  un sistema fotográfico que proporcionaba un original positivo. Sensibilizó una placa de cobre con una capa de plata y creó una imagen latente durante la exposición, pero esta placa en realidad era un negativo y el resultado era sorprendente: "la imagen se reproduce en sus detalles más nimios con increíble exactitud y finesse, como en un dibujo a lápiz, un grabado, sólo se ven tonos de blanco y negro y gris en representación de luz, sombra y medios tonos. La luz misma produce las formas y las proporciones de los objetos exteriores con una precisión casi matemática˝. En 1839, William Henry Fox Talbot descubrió un método que permitía obtener copias a partir de un negativo. Se le ocurrió hacer el negativo traslúcido y volverlo a fotografiar. En este sentido debemos señalar que Daguerre y Talbot hicieron uso de la cámara oscura mucho antes de la invención de la fotografía. Las vistas tomadas con la cámara de Talbot, que no tardaron en recibir el nombre de calotipos, se imprimían a partir de negativos de papel encerado o aceitado, de modo que reproducían la textura fibrosa del papel y daban la impresión de amplias masas tonales de luz y oscuridad y contornos indistintos. A partir de este momento, la fotografía revolucionaría las artes y el diseño. El nuevo invento servirá de ayuda a dibujantes, grabadores y pintores. Los artistas usarán la cámara oscura como un instrumento que les permitirá obtener imágenes más realistas. ¿Qué más podía desear un artista que usara la cámara oscura si no tener su imagen fijada de manera permanente en una hoja de papel para llevársela a su estudio, y allí, examinarla con toda calma? De forma que, en primer lugar la fotografía fue inventada por artistas para artistas, con ayuda de los descubrimientos de los hombres de ciencia.

Graciela Mejía González

Ver: Camera and pencil  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/camera-and-pencil.html
Las heridas del tiempo  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/las-heridas-del-tiempo.html
La sugestión de un instante  http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/05/la-sugestion-de-un-instante.html
La ilusión pictórica se fragmentó  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/la-ilusion-pictorica-se-fragmento.html