Líneas trémulas

Mira la luz y admira su belleza. 
Cierra los ojos y mira; 
lo que has visto antes ya no está; 
lo que hayas de ver después, no está todavía. 
Leonardo da Vinci

























Una pintura impresionista nos obligan a detenernos y a entrar en su tiempo, en cambio una fotografía es estática porque ha detenido el tiempo. La pintura en general es estática porque abarca el tiempo. Si una pintura detiene el tiempo, no es, como en el caso de la fotografía, porque impida que un determinado momento del pasado sea sustituido por toda la sucesión de momentos posteriores. Las fotografías son documentos del pasado, las pinturas son profesías recibidas del pasado, profesías acerca de lo que el espectador ve al situarse ante la pintura en ese momento. Sólo algo inmóvil puede ser compuesto de una forma tan simultánea. La fotografía detiene el tiempo; la pintura lo representa. La vida cambia de forma a cada instante, o, más bien, no hay forma, puesto que la forma es inmóvil y la realidad es movimiento. Lo real es el cambio continuo de formas, indecisión de límites, esa sensación que se experimenta ante un cuadro impresionista de estar ante una superficie tan inestable como la de un río. Sabemos que ni uno solo de los reflejos estará allí en el instante siguiente, que los colores cambiarán de tono y los cuerpos de espesor y aun de silueta. Estos cambios crean el cuadro. Son las horas las que crean las formas, que se deshacen o se rehacen al compás de los minutos y es ese impulso interno, en esa vibración que tiene la materia pictórica por su llama y su entraña vital lo que revela su permanencia. La composición musical, al emplear el tiempo, está obligada a tener un principio y un fin. Un cuadro impresionista sólo tiene principio y fin en la medida en que es un objeto físico: en sus imágenes no hay ni principio ni fin. La sustancia vital de la pintura es la apariencia del movimiento en la representación del paso del tiempo, esa chispa de vida es el alma del cuadro, la belleza rendida, lo fugaz en la eternidad.
El uso del color es muy importante, recordemos que con el claroscuro tenebrista, la luz realza dramáticamente unas superficies en tanto que las otras quedan en una sombra espesa y abismática  ello supone un universo inmóvil, permanente y sólidamente estructurado. Un universo inmune al resbalar de las horas y de las luces. Por el contrario, en la fórmula impresionista nada hay estable. La forma no es más que una instantánea tomada sobre una transición, cambia todo como el haz de una superficie sobre la que se desliza la luz y porque el arte impresionista constata no el ser en sí, sino su tránsito en el tiempo. El recuerdo de una forma lleva labrado todo el futuro. La cohesión de esta pintura no puede interrumpirse, pues se halla formada por el mismo caudal del tiempo al deslizarse por la materia. Y porque, en definitiva esta materia es también tiempo, es decir, la raíz de la estética impresionista reside en sorprender un instante, si, pero al mismo tiempo sugerir los pasados y los futuros inmediatos. Es hacer a ese instante elástico y tránsfugo, dejando latir en el parpadeo de los reflejos su continuación y trata de recoger la efímera epidermis, siempre cambiante y permeable en todas las zonas del sol.
Los impresionistas buscaban la estilización de las formas, sin embargo, esta aparente espontaneidad tiene sus bases sólidas en cuanto a la idea de representar el paso del tiempo y ahí se conjugan espontaneidad y rigor, instantaneidad y persistencia, evanescencia y estructura, colores y formas para reconstruir más allá de las apariencias un todo. una pintura impresionista tiene esa zona indefinible que vivifica una obra de arte y que no puede reemplazar la mayor habilidad, es lo más vago y más soluble en el aire sin nada en él que pese o que pose, donde lo indeciso se une a lo preciso. Los trazos son de seda, un grupo de formas teñidas de gracia, hechas con variedad de luces, en donde la vibración de sus líneas trémulas y agitadas de fina y nerviosa elegancia muestran una escena etérea e ingrávida, para darnos esa sensación de rapidez en su baile tembloroso que conforma un vuelo tan móvil y ligero como su atmósfera en movimiento, y cuyo conjunto es una sinfonía, que es la vida viviente y variante. En palabras de Verlaine: una pintura impresionista "es la luz temblorosa del mediodía, unos bellos ojos detrás de los velos, es en un cielo entibiado de otoño, ¡el azul revoltijo de las claras estrellas!".

Graciela Mejía González

Ver: El paso del tiempo en el impresionismo  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/el-paso-del-tiempo-en-el-impresionismo.html
La especulación pura de lo sublime  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/la-especulacion-pura-de-lo-sublime.html
Una imagen imprecisa o de aspecto flou  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/una-imagen-imprecisa-o-de-aspecto-flou.html
Naná o la mujer ante el espejo, Édouard Manet  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/nana-o-la-mujer-ante-el-espejo-edouard.html
Retrato de niña, Pierre Auguste Renoir  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/retrato-de-nina-pierre-auguste-renoir.html
El París de los impresionistas   http://vieliteraire.blogspot.mx/2017/02/el-paris-de-los-impresionistas.html