enfermizo y alegre, vigoroso y cenceño,
en apariencia frívolo; mas en cada diseño,
¡qué pensador terrible, fuerte y delicado!
Justo Sierra
Julio ruelas (1870-1907) nació en la ciudad de Zacatecas (México), de familia liberal. Su padre era diputado juarista y ministro de Relaciones en el primer periodo presidencial de Porfirio Díaz. Hombre genial, atormentado, torturado y raro que se expresa mejor en su arte. A pesar de su aspecto solitario no era hosco, al contrario, —nos dice Jorge Crespo de la Serna—. Poseía un desencanto pesimista de las cosas, era callado, su sonrisa era casi atenuada y predominaba en él la melancolía y la decadencia que es el arte de morir en belleza como lo cita Verlaine. Los continuos conflictos con mujeres le hacen representar en sus ilustraciones a una hembra inmunda, dañina y amarga. Alfonso Reyes lo describe como satánico y lascivo, porque la lascivia es pecado. Su amor es doloroso y estéril y Julio Ruelas es un torturado y justa mente dice que lo «horrible» es lo que espanta y atrae. Ruelas fue uno de esos artistas decadentes que se consideraban así mismos aristócratas dentro de una sociedad y no tenían más culto que el de la belleza. El decadente era un ser a la defensiva frente al cambio creado por la industrialización de las grandes ciudades, pero la sensibilidad decadente encontró en las sutilezas, símbolos. Sus representantes eran pasivos, refinados y viciosos, y probaban las flores del mal de los poetas malditos. Ruelas realiza su obra en medio de la corriente estilística paralela al impresionismo y la realidad plasmada en la fotografía. La obra que de sus compañeros escritores y la suya no eran para el entendimiento y el deleite de todos, así lo declara en La Revista Moderna: Sólo los espíritus cultos y exquisitos y los iniciados has sabido comprenderla. Veían como sus máximos representantes a Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Mallarmé, Poe y Wilde, los cuales ya difundían sus ideas decadentes y simbólicas. El movimiento simbolista, literario y plástico, tiene su auge en la última década del siglo XIX y las novedades estilísticas de este arte se difundieron por La Revista Moderna. La presencia de la muerte es cada vez más evidente en Ruelas, ya que su vida agitada y de exceso de trabajo quebrantaron poco a poco su débil complexión física, en 1907 enferma de tuberculosis pulmonar y la muerte le abraza como anhelo des esperado de su vida atormentada. El eterno del ideal siempre de negro hasta los pies vestido. Siempre vestido de huraña melancolía. La muerte llegó a él, para desplomarse en la noche, en una noche prematuramente asesina, cuya traición no tuvo piedad de la hermosura de la juventud ni del valor de la inteligencia creadora. En su lecho de muerte le ha pedido a don Jesús Luján su última voluntad: Esto no tiene remedio. Yo sé que me voy. Sólo quiero pedirle un último favor: que me sepulten en el cementerio de Montparnasse y si no es mucho pedir consiga usted una fosa contigua a la barda que da al bulevar, para que desde allí pueda yo descansar oyendo el taconeo de las muchachas del barrio. A partir del sentir romántico podemos considerar que la actitud modernista fue un momento de transición entre un pasado muerto que seguía produciendo frutos en el presente y en un futuro del cual se esperaban cambios. Cuando Ruelas estuvo en Alemania pudo observar la psicología del ser humano y esto lo vemos reflejado en su autorretrato de 1900, en el mismo año realiza ˝La magnolia˝. El contexto histórico que envuelve la escena de ˝La magnolia˝ tiene como telón y antecedente el humanismo literario hallado en La Revista Moderna de sentimiento trágico de la vida del hombre. Como lo dije, Julio Ruelas y Roberto Montenegro marcan esta tendencia de forma fiel el art nouveau y la poética romántica. El cuadro está pintado cuidadosamente con colores brillantes y los objetos son realistas, pero también son un símbolo que refiere una subrealidad que nos recuerda por su técnica pictórica de tonos pastel en algunas zonas a Goya o a Rembrandt por su fondo sombrío. Sin embargo, esta obra tiene su efecto inmediato entre el impresionismo y el realismo, pero sus orígenes pueden encontrarse en el idealismo de los románticos y en los pre-rafaelistas. Debo recordar finalmente que al morir Ruelas, despuntaban ya en México los conflictos políticos y agrícolas de la huelga de Cananea y su desembocadura en la gesta heróica de 1910. Conjunto rico de detalles en donde Julio Ruelas plasma una naturaleza muerta de delicada belleza y soberbia magestuosidad en la técnica. La pintura de noble espíritu e hija de la poesía brinda al genio los colores en el lienzo y el asombro de dos virtudes: la de la vida del cuadro, es decir, su permanencia hasta nuestros días y la de la muerte que lo significa. Estamos frente a un cuadro totalmente sobrio, tanto por la reducida paleta del pintor como por la simplificación de elementos compositivos en donde predomina la intención decorativa. las formas dentro del conjunto evocan misterio, sin embargo, las formas no son la finalidad de la obra, sino el medio que lo conduce a la sugestión de lo inmaterial. Representa los elementos naturales de herencia romántica en donde la idea latente de los simbolistas recogen la parte de la realidad que guarda secretos. ˝La magnolia˝ parece extraña a los ojos profanos. Únicamente podemos apreciar tres colores principales: café, verde y blanco y algunos toques mínimos en los bordes de la mariposa, el rojo y el azul. Cada color expresa un estado de ánimo, el café la melancolía, el verde la esperanza, el blanco la pureza, el rojo representa la ira y el azul la imaginación. En los recursos formales de la utilización del claroscuro se nota la oscuridad lóbrega de Böcklin por ese aire misterioso, en donde la luz tenue enfatiza los enigmas ocultos. Ese contraste hace que nuestra mirada se fije en la blancura de la vigorosa flor que ha sido tiernamente recién cortada. El fondo del cuadro está pintado de color café de dos tonalidades; una clara en la parte inferior y otra oscura en la parte superior. Es en la parte inferior donde hallamos sobrepuestos la mayoría de los elementos de la composición. Vemos una flor espléndida, la magnolia, que destaca blanca dentro de esa oscuridad y está cortada por el grueso tallo, tiene veinte hojas de distintos tamaños. La magnolia está en botón, pero ya se percibe que comienza a abrirse. Al lado derecho está representada de forma muy realista una mariposa negra, que tiene en ambas alas, —como lo mencioné— ligeros toques de tonalidades rojas y azules, pero lo que más destaca de ella es una franja blanca al centro de esas alas y que al igual que en la magnolia lo precibimos blanco, pero realmente es color crema. Este tono es sumamente importante para la apreciación total del cuadro porque es cálido y no frío como suele ser el blanco. Ruelas supo contrastar (cuando el fondo café es oscuro y frío) y a la vez armonizarlo (cuando el fondo café es claro y cálido) con el color crema. Eso es a lo que yo llamo una verdadera armonía de color, que resulta agradable a la vista. Es un cuadro realista, pero tiene ligeros rasgos de pincelada suelta en el fondo de tonalidad café claro, que recuerda al estilo impresionista. Al lado izquierdo, casi imperceptible está una libélula y un gusano entre las hojas, y una diminuta y vaga figura humana (al parecer un monje), la figura del monje parece incorporada de ultima hora, lo que sugiere que el pintor dejó la obra inacabada, aun cuando está firmada. A Julio Ruelas, la tarea ilustrativa le distrajo de más dedicación a la pintura, por eso en sus obras pictóricas predomina su habilidad en el dibujo, es decir que va directamente a lo estructural. Su maestría en esta área le permite tener una adecuada organización de las figuras en el espacio y acierto en las proporciones. Claramente podemos ver una línea horizontal exactamente al centro del cuadro, que es aquella en donde el pintor apoyó su nivel de visión. Esto nos hace suponer una composición simétrica, sin embargo, no lo es porque el peso mayor en el cuadro lo lleva la magnolia, que es el elemento más grande de toda la obra y es pesado, tanto por forma como por color. El equilibrio está dado por ese —casi inofensivo— elemento que está en la parte superior, me refiero al monje, que aparentemente no tiene una razón de estar ahí. Si lo quitáramos, el resto de los elementos de la composición tenderían visualmemte a caerse del lado izquierdo. Si trazamos ahora una línea vertical al centro y deslizamos cuatro líneas más que toquen los cuatro puntos de ambas líneas (la horizontal y la vertical), encontraremos que los elementos de la composición quedan dentro. Los cuatro puntos áureos corresponden: abajo a la izquierda a el tallo de la flor, abajo a la derecha a la mariposa, arriba a la izquierda al botón de la flor y arriba a la derecha al monje. Como podemos observar se trata de una composición razonada y por lo tanto armónica. Pintura que atrae miradas y seduce, pero que desalienta por su contenido amargo ciertamente está cargada de un fuerte simbolismo: la flor representa la fugacidad de la belleza, y el gusano y la mariposa, la redención del alma humana (muerte y resurrección). Pero también se le puede dar una connotación negativa a estos animales. Cuando aparecían juntas, la mariposa y la libélula aludían al bien y el mal. Podría tratarse entonces de una advertencia, si bien modernizada, vinculada con los cuadros de vanitas, naturalezas muertas de la época barroca en las que se le recordaba al creyente la brevedad de la vida y la intrascendencia de los bienes y logros mundanos˝.10 La muerte obsesionó a Ruelas hasta ser el tema protagónico de la mayoría de su obra y ˝La magnolia˝ no es la excepción. Nadie como él ha sabido traducir el dolor. El tema de la muerte, fue una de las preocupaciones —y ocupaciones— de los intelectuales antisociales de fin de siglo. La muerte, la gran obsesión del pesimista fue pocas veces pintada por los artistas en forma familiar como un símbolo de contenido religioso, expresión de lo transitorio de la vida terrenal. Como hecho natural, la muerte es eterna, la muerte no tiene historia. Es decir, cuando me hablo de muerte, me refiero a la idea de la muerte vista por grupos sociales como ideas y luego como prototipos porque la muerte es una forma de significar la vida. Estamos ante una paradoja, ya que la muerte parece significar el fin, pero la muerte cobra vida al ser significada por los vivos, porque la muerte da sentido a la vida por su posibilidad de salvación del alma.Se cree que la muerte impide gozar la vida plenamente y como una enérgica advertencia del más allá nace un nuevo género dentro de la naturaleza muerta, llamado vanitas o vanidades que acogen oropeles, despojos, finitud y desengaño. ˝La magnolia˝ de Julio Ruelas —como vemos— se encuentra clasificada dentro de este subgénero de naturaleza muerta llamado vanitas. La flor segundo tras segundo se irá marchitando. Eso es la vanidad humana representada. La vida es banal y la muerte es segura, cuando nos alcance, nada, ninguna cosa material nos llevaremos; sólo lo que se ha cultivado en el espíritu. Aquí tenemos la muerte que es el horror y lo delicado juntos, sin embargo la verdadera repulsión se encuentra en las cadenas que atan al hombre en la tierra (las cosas materiales) y que dañan la virtud. Es un cuadro pequeño que revela una grandiosa naturaleza muerta, cuya hermosura trágica plasma en objetos la realidad sombría de la pureza del alma de nuestro pintor, en donde esta idea de la caducidad de los bienes del mundo y lo efímero de la vida proviene desde la edad media, en la cuál, la muerte formó parte de la iconografía de la mayoría de las naturalezas muertas con fines suntuarios. A pesar del tiempo transcurrido, el tema de naturaleza muerta sigue siendo atractivo ya que los objetos siempre serán dóciles para conveniencia del artista y su propia visión para inmortalizar la belleza de las cosas será motivo suficiente para expresarse en cualquier época de la vida. Es así como Ruelas retoma este género de la pintura y lo traslada al lienzo como uno de los grandes maestros y el hecho de que la mayoría de su producción gráfica fue ilustrativa, no demerita en nada su trabajo como pintor. Según Inguar Bergström existen grupos de símbolos de vanitas que se pueden dividir en varias clases: los que hablan del espíritu como las artes, las ciencias y las letras (libros, instrumentos musicales y herramientas tecnológicas), los del poder material como objetos preciosos (joyas, medallones con retratos y relojes), dinero, títulos de propiedad y todo lo relacionado con placeres sensuales (manjares, vinos, cervezas y tabacos) y la interpretación de la vida en sus tres clases: la contemplativa, la práctica y la voluptuosa. estos símbolos evocan la destrucción de la vida y de la materia (libros usados, flores marchitas, panes duros, cráneos, tibias, velas apagadas y con el humo, relojes de arena y mecánicos, incluso una mariposa volando; que representan la mortalidad del hombre y que se refieren a la existencia terrenal de todas las cosas que marcan el paso inflexible del tiempo). En la edad media la muerte no causaba horror en el individuo ya que la teología daba al creyente el consuelo de una vida mejor después de terminar su vida en la Tierra. A diferencia de esto, en el siglo XIV la muerte fue representada con tonos macabros, debido a los horrores de la peste. El motivo que más apareció a principios del siglo XVI fue la calavera, la cual representaba el estado de descomposición que guarda a todo mortal. Es importante señalar que también se apoyaba la imagen con un breve texto, por ejemplo: Con la muerte todo termina. La muerte es confín de las cosas. En el siglo XVII, la naturaleza muerta trata el tema de la vanidad de la vida como la vanidad terrena, debido al deseo de posesión de las cosas por parte de la clase burguesa. Las vanidades de este mundo eran representadas con libros, monedas, armas, máscaras, el reloj de arena o una vela a medio consumir, la cual representaba lo efímero de las cosas del hombre, al igual que un ramo de flores que pronto se marchitarán y frutos podridos como signo de caducidad. Es decir, todos aquellos elementos que se refieren a la huida del tiempo. Todo es vanidad y la fama de las grandes hazañas se desvanecerá como un sueño. En la plástica de ese momento todo es símbolo de la vanidad: una capa de armiño, un turbante o un globo terráqueo; insignias del poder mundano y eclesiástico ocupando el lugar más alto junto a objetos que representaban menor rango y que eran igualmente vanos: un pandero, un laúd, un sable, la paleta de un pintor y hasta la estatua en un nicho. El poder y la riqueza rindiendo tributo a las sombras. Los retratos pintados dentro de un cuadro, sobre una mesa y junto a otros objetos como una calavera, una vela, monedas, una copa, un reloj de bolsillo, flores, un collar de perlas, una pipa, libros y esculturas, formaban parte de la composición del mismo, y es aquí en donde se confunde a la naturaleza muerta de vanitas con el retrato, pero estos géneros sólo ienen en común que aluden a la fugacidad de la vida. En las naturalezas muertas pintadas durante la guerra de los Treinta Años, aparecen armaduras y armas. En 1636, Willem de Poorter, quién fue discípulo de Rembrandt, pintó la vanidad terrena insinuada con una calavera, un sarcófago, un trozo de bandera. Representaba el triunfo del adversario, que desde el punto de vista de lo eterno ese triunfo podría ser vano. Los pedazos de armaduras recuerdan también, la muerte, el límite como las diferencias de rangos sociales que vuelven iguales a todos los hombres, que a diferencia en la edad moderna, las armas de guerra eran estimadas como motivos de gloria. Otro elemento importante en los cuadros de vanitas es el libro, que había sido un elemento sagrado, pero por la posibilidad de la técnica que facilitó la producción de libros, la ideología conservadora que otorga al libro un valor puesto en duda por esa nueva tecnología. En sus primeros tiempos su producción individual era lenta y costosa. En la edad media estaba al servicio de la teología, y fue así hasta la invención de la imprenta, pues la mayor demanda se concentró en la Biblia. La aparición de las nuevas técnicas para la reproducción de libros, era vista como un peligro porque las clases ilustradas amenazaban el monopolio que tenían sobre el saber. Estas clases también condenaban a los pocos coleccionistas de libros. Posteriormente se crearan libros de baja calidad y éstos se convirtieron en artículos de consumo, por eso es que los libros eran vistos como baratijas y por lo tanto como un símbolo de la vanidad de las cosas terrenas. Además de que en las naturalezas muertas con libros, éstos se representaron como artículos vanos, también eran vistos como manifestaciones ya desaparecidas o por desaparecer debido a su contenido de escritura. Pieter Claesz, pintó en 1630 una calavera simbolizando la vanidad. En la obra se muestra un candelabro vacío para indicar que la vela se consumió. Recordemos que en el medioevo a menudo el tiempo era medido por la cantidad de las velas consumidas. El reloj de bolsillo, incluido en la pintura, representaba la temporalidad y el libro, maltratado de los bordes agrietados de las páginas, daba la idea de la muerte y que también se hacía evidente por la escritura con una pluma desgastada. En naturalezas muertas de otros autores se pueden observar libros en desorden o con las páginas estropeadas por la humedad; o bien libros relegados y tirados unos sobre otros, puestos sin el menor cuidado. Los libros ya no son sagrados como se les consideraba en un principio y sin embargo están plasmados en los cuadros de una manera tan exquisita que vuelve curioso al amante de los libros. A diferencia del tenebrismo característico de los pintores españoles, Murillo, contemporáneo de Zurbarán pintó los fondos con mayor claridad de color, más luminosos. Representó sus vanitas con libros distribuidos en estanterías, cestas de costura y otros objetos como relojes, papeles clavados, así como tijeras y lentes sujetos por cintas. Los instrumentos musicales se comenzaron a representar en el siglo XV. Primero se encontraron en contextos bíblicos como en la representación de la magnificencia divina de los ángeles y en temas mitológicos. Este género de naturalezas muertas fue desarrollado de manera más pura por Evaristo Baschenis. Desde la edad media la música ya era vista como una función terapéutica. La música es medicina y obra milagrosa, la música cura enfermedades, principalmente aquellas generadas por la tristeza y la melancolía. Se representaron instrumentos de cuerda, violines, clavijeros, violoncellos, laúds y hasta partituras; colocados en la composición de algunos artistas.
Graciela Mejía González
Ver: San Miguel Arcángel, Luis Juárez http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/07/san-miguel-arcangel-luis-juarez.html
Naturaleza muerta 1954, Rufino Tamayo http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/08/naturaleza-muerta-1954-rufino-tamayo.html
Manzanas, Paul Cézanne http://vieliteraire.blogspot.com/2013/07/manzanas-paul-cezanne.html