El arte por el arte

Qué me importa una perfección soñada por un pequeño grupo de hombres. Lo que me conmueve en las creaciones humanas, en las obras de arte, es encontrar en el fondo de cada una de ellas a un artista, un hermano, que me presenta la naturaleza bajo una cara nueva. Émilie Zola


El año 1874 se ha marcado en la historia como el inicio de una nueva manera de ver al arte, tanto los pintores, como los espectadores, los críticos de arte, los coleccionistas y los marchands contribuyeron con su interés y desaprobación al nacimiento de este nuevo arte. Las pinturas impresionistas son la historia de los acontecimientos de París y sus alrededores a partir del segundo tercio del siglo XIX, cuya riqueza se encuentra en las distintas miradas, temperamentos y personalidades de sus protagonistas. Estos cuadros no solamente representan la historia social sino las facultades para renovar y transmitir un lenguaje artístico. La competitividad obligó a estos artistas a trabajar con rapidez, habilidad y control del paso del tiempo. La exposición de 1874 se tituló: Sociedad Anónima de Artistas, Pintores, Escultores y Grabadores. Los Corot, los Delacroix, los Ingres, los Courbet, quienes habían descollado milagrosamente después de la revolución, la pintura había caído en la más lamentable trivialidad: todos se copiaban los unos a los otros. Esa palabra impresionistas —acudió espontáneamente al espíritu de los espectadores ante una de las telas expuestas, un paisaje matutino de Claude Monet, titulado «Impresión», el público en aquel entonces, con esa palabra «impresionismo» no veía otra cosa que a un grupo de pintores ocupados en expresar sus «impresiones» y no nuevas búsquedas artísticas.  Por eso es que, aunque pueda parecernos extraño, los críticos de esa época no veían ninguna belleza en las obras de los impresionistas. La intensidad y la frescura de los colores los desconcertaban, y asimismo los espantaba la libertad con que cambiaban el aspecto exterior de los objetos vistos a distancia. Sin embargo, los impresionistas, que sufrieron penosas dificultades, conocieron durante largo tiempo la miseria y la incompresión. Y aún así no hay pintura que manifieste tanto optimismo, tanta simpatía, tanta confianza hacia los seres humanos y los objetos, ni que transmita mejor la dulzura de vivir. Renoir es un cántico de gozo semejante vocación de felicidad es singularmente rara en la historia del arte y supone no sólo simplicidad sino también vitalidad. Su pintura, impregnada de música, evoca a Haydn o a Mozart. Como se conoce, un antecedente de la técnica impresionista es la pincelada ligera y los tonos frescos uniformes e iguales, o diversamente temblorosos con luces cambiantes, todas estas artimañas y expedientes en arte han sido descubiertos en la escuela inglesa, no obstante, los antecedentes técnicos del retrato impresionista, podrían remontarse hacia el siglo XVII, pues a partir de 1625 aparece en la obra de Hals una pincelada más libre dirigiéndose hacia un truculento realismo popular alto de color y sostenido por una amplia pincelada impaciente. Sin embargo un mejor ejemplo del retrato impresionista lo encontraremos en el arte inglés de la etapa del romanticismo con la obra de Hogarth que es una especie de revolución dentro de las normas inglesas y ha permitido la maduración de la nueva escuela de retrato británico, iniciada por Reynolds y Gainsborough.
El Arte Romántico nació en Inglaterra y como vemos, una pintura inglesa, sea cual sea su mérito, es reconocida al instante por el ojo menos entendido. La invención, el gusto, el dibujo, el color, el trazo, el sentimiento, todo es distinto es un arte particular, refinado hasta el extremo, caprichoso hasta la extravagancia, pero siempre aristócrata y señor, de una mundana elegancia y de una gracia moderna. Una pintura inglesa es moderna como una novela de Balzac. A primera vista, todo ello sorprende más que seduce, pero enseguida el ojo se acostumbra a estas gamas de tonos raros y bellos, a esas luces satinadas, a esas transparentes sombras, a esos plateados reflejos, a ese fresco mariposeo de tejidos, a esas nubes de muselina, a esas largas espirales de cabellos brillantes, y a través de esas coqueterías  Gainsborough, Constable y Millais, también son un digno antecedente del impresionismo. Así, tenemos que el siglo XIX comenzó con el estilo de David y de Ingres. Oficialmente dictado, este arte era frío, forzado, limitado por las innumerables reglas del clasicismo. Hacia la década de 1820, este arte fué desplazado por el romanticismo tormentoso de Gericault y Delacroix. El arte por el arte fue una frase inventada durante la era del romanticismo, en donde los artistas se inspiraban en un pasado, en donde la virtud creativa provenía de la espontaneidad, el individualismo, y la libertad de las restricciones sociales. Estaban en contra de la creciente revolución industrial que estaba dejando de lado la inventiva, la originalidad y el individualismo y en donde el regreso a la naturaleza les proporcionaba esa libertad interior para crear lejos de una sociedad industrial; por este motivo, el concepto según el cuál los productos de la imaginación deberían hallarse libres del simple esfuerzo suele remontarse a los románticos de principios del siglo XIX. Ellos, a su vez, ya habían vuelto la vista hacia el ideal —imperante un siglo antes— de la persona natural, pues opinaban que los aspectos calculadores de la vida industrial estaban socavando nuestro instinto, el cual era considerado como la fuerza vital de la creatividad.
Estos antecedentes provocaron que entre 1860 y 1870, se formara un grupo de pintores, en las costas normandas, en torno a Boudin, con un vaivén incesante entre París y varios lugares de residencia, que se escalonaban entre el Havre y Honfleur. Allí se encontraban, en primer lugar, el holandés Jongkind, cuyas frescas y vivas acuarelas —que, sin embargo, no pasan de ser el boceto que era ya practicado por todos los paisajistas— poseen un exquisito encanto, pero cuyos cuadros —a pesar de haber sido pintados al aire libre— conservan la tonalidad sombría y gris a la que tan aficionados eran Daubigny y los pintores de Barbizon. Allí estaba también el americano Whistler. Courbet y el propio Monet. Los impresionistas se vieron interesados en primera instancia por las propuestas artísticas de la escuela de Barbizon y unieron la vida en la ciudad con la naturaleza, pero su regreso a la naturaleza difería mucho de la idealización neoclásica y del lirismo de los románticos. Al parecer, por las cualidades de su trabajo, se considera a Jongkind como el primer impresionista: toda su pintura se basa en la impresión. Sin embargo, y paradójicamente, Jongkind siempre acabaría sus cuadros en el interior de su estudio, aunque esto no impidió que sus obras mantuvieran la frescura y la inmediatez de la primera mirada. Los pintores de Barbizon se inspiraron en las pinturas de Corot, Daubigny, Rousseau y Millet, pero sobre todo de Corot; del trabajo de Corot admiraban el dibujo libre e incisivo y la búsqueda de luminosidades delicadas y difusas, pero los impresionistas se fijaron más en el trabajo de Delacroix. La técnica de Delacroix provenía de Constable que se apoyaba en el color más que en la línea y dando más importancia al fluir del movimiento que al equilibrio estático, renunciando a colores terrosos y utilizando matices puros, sin mezcla se adelantó a los impresionistas, misma actitud de los pintores de Barbizon por el gusto de pintar directa y espontáneamente de la naturaleza, pero los impresionistas lo llevaron hasta sus límites extremos y cada uno de esos artistas tuvo que extraer de su interior todo aquello que contribuyera a su simplificación, este es el encanto que tiene esta pintura. Es una producción artística única en su género, reconocible a primera vista entre todas las escuelas de todas las épocas. Técnicamente, de estos antecedentes nacen las tonalidades suaves, la pincelada semidifusa y el anulamiento del contorno como ideales de belleza. Declara Nietzsche que lo que en un hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso. Puesto que los impresionistas llegaron hasta el fondo de las cosas y desafiaron las reglas del arte que en ese momento imperaban para dar paso al nacimiento del Arte Moderno, y agrega: yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.

Graciela Mejía González

Ver: El arte bello  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/el-arte-bello.html
Una imágen imprecisa o de aspecto flou  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/una-imagen-imprecisa-o-de-aspecto-flou.html
La especulación pura de lo sublime  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/la-especulacion-pura-de-lo-sublime.html
El paso del tiempo en el impresionismo  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/el-paso-del-tiempo-en-el-impresionismo.html
El París de los impresionistas  https://vieliteraire.blogspot.mx/2017/02/el-paris-de-los-impresionistas.html
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