Prodigiosas bellezas fotográficas

Si el pintor hubiese copiado realmente a la naturaleza, la pintura habría resultado bella, pero, al pintar todos los detalles, todas las arrugas, todos los horribles bultos, ve como a través de un microscopio. Es preciso pintar lo que se ve en ella, no lo que está en ella. Esos pintores olvidan que la visión doble de nuestros dos ojos añade a los contornos una cierta suavidad, una cierta falta de nitidez, una cierta redondez.

De cómo los pintores impresionistas imitaban a los fotógrafos pictorialistas

En cuanto al punto de vista  y la instantaneidad que los pintores habrían de interpretar en sus obras, provenían también de su observación por las imágenes fotográficas de su tiempo. En la serie de cuadros de la catedral de Rouen, de Monet, había sido, en parte, inspirada por la fotografía. En 1858 ya eran posibles exposiciones de una cincuentésima de segundo, con lo cual hizo su aparición lo que llamamos instantánea. Hasta 1860, aproximadamente, cuando la cámara fotográfica comenzó a fijar objetos en movimiento en posturas que parecían inconcebibles, congelándolos en actitudes completamente ajenas a la experiencia visual habitual, resultó, que Edgar Degas tradujese las extrañas imágenes de la fotografía instantánea a un medio enteramente moderno de describir una sociedad urbana. Degas amaba y apreciaba la fotografía en una época en la que los artistas la despreciaban o no se atrevían a confesar el uso que hacían de ella. Degas fue uno de los primeros artistas que se dio cuenta de que la fotografía puede enseñar al pintor, y también de lo que el pintor ha de poner cuidado en no aprender de ella. Los pintores impresionistas imitaban a los fotógrafos pictorialistas porque éstos hacían lo mismo, puesto que era lo inevitable e irónico del arte, por eso es que los primeros temas expuestos por la fotografía de arte eran principalmente de escenas anecdóticas, paisajes y sobre todo retratos. Entonces los artistas fotógrafos experimentaban con distintas posibilidades componiendo sus fotografías en un estudio para después, cuidadosamente, retocarlas y entintarlas. La manipulación de la imagen fotográfica en este sentido tenía como propósito emular al dibujo. Se decía, irónicamente y con sobrada justificación, que eran muchos los artistas que se contentaban con pintar pura y simplemente a partir de fotografías, lo cual era fatal para el progreso del arte. En Francia, a finales, sobre todo, de os años ochenta del siglo XIX, se debatieron seriamente las irritantes cuestiones derivadas de la relación de la fotografía con el arte, paralelamente al creciente interés que cundía entonces por el sentido abstracto de forma y color, la representación del movimiento y las teorías de hombres de ciencia y otros que estudiaban la óptica fisiológica y psicológica. En esos debates se exponía la validez de un arte altamente conceptual. En Inglaterra, a pesar de Whistler fueran cuales fuesen las actitudes de los pintores y los críticos hacia la fotografía, lo cierto es que seguían insistiendo en la prioridad de la representación naturalista. Aun cuando la fundación, en 1861, del New English Art Club supuso un cambio en el arte inglés, constituyó esencialmente un transplante del impresionismo francés a Inglaterra. El fotógrafo más célebre en el mundo, Henry Peach Robinson (1830-1901), inició su carrera también como pintor de inspiración prerrafaelista. Era una autoridad en este ambiente y en sus libros explicaba las reglas para realizar fotografías artísticas, las cuales sí se podían retocar cuando fuese necesario, sin embargo, la Sociedad Francesa de fotografía consideraba que apelar al pincel en ayuda de la fotografía, so pretexto de introducir el arte, es abogar justamente en sentido contrario. Robinson fue fundador del grupo que se formó en Londres, The Linked Ring Brotherhood para exposiciones de fotografías de la época, pero entre tantos fotógrafos que sólo se limitaban a hacer funcionar el obturador de su cámara, sin atenerse a las reglas establecidas y confiando su trabajo a un laboratorio, había quienes destacaban por descubrir caminos para competir con el noble arte que es la pintura. Según Henry Peach Robinson, las leyes que regían la fotografía eran las mismas que regían la pintura, el medio fotográfico no adolecía en absoluto de falta de poesía. El realismo total no era posible en ningún arte, y los fotógrafos debieran insistir más en captar lo ideal de sus imágenes. Acababa declarando que no se puede dar mejor consejo al fotógrafo que instarle a examinar la obra de gente como Corot, Millet y Constable. Henry Peach Robinson pasa de moda, pues la mayoría de sus seguidores eran ricos que sólo se limitaban a  darle valor a las cosas guiados por la moda de la época y su falta de juicio. Los artistas que quieren expresar la naturaleza, menos los sentimientos que inspira, se someten a una curiosa operación que consiste en matar en ellos al hombre pensante y sintiente, y por desgracia crea que, para la mayoría esta operación no tiene nada de raro ni de doloroso. Toman el diccionario del arte por el arte mismo. Debido a que los fotógrafos comenzaron a imitar a la pintura prerrafaelista, cayeron en un error similar al de los pintores. La naturaleza es bella, y los cuadros de estos prerrafaelistas están estropeados por pura y simple fealdad. Si el pintor hubiese copiado realmente a la naturaleza, la pintura habría resultado bella, pero, al pintar todos los detalles, todas las arrugas, todos los horribles bultos, ve como a través de un microscopio. Es preciso pintar lo que se ve en ella, no lo que está en ella. Esos pintores olvidan que la visión doble de nuestros dos ojos añade a los contornos una cierta suavidad, una cierta falta de nitidez, una cierta redondez. En  el ambiente de la fotografía, más que ningún otro ramo de la actividad humana, muchos son los llamados y pocos los escogidos. Es natural que al darse esta tendencia artística se presentaran múltiples imitadores con poco talento, los cuales sólo se dedicaron a repetir los clisés conocidos. La irrupción de estos fotógrafos propició que a finales de 1880 decayera la fotografía de arte. De este modo, Baudelaire, el cual era enemigo del realismo, se expresa mal de la fotografía como lo explica en Le Salon de 1859: Creo en la naturaleza. Creo que el arte es y no puede ser más que la reproducción exacta de la naturaleza. De este modo, la industria que nos brinde un resultado idéntico a la naturaleza será el arte absoluto. Un dios vengador cumplió el deseo de la multitud. Daguerre fue su Mesías. Puesto que la fotografía nos ofrece todas las garantías deseables de exactitud la fotografía es arte. A partir de este momento, la sociedad inmunda, se precipitó a contemplar su trivial imagen. Como la industria fotográfica era el refugio de todos los pintores frustrados, mal dotados o perezosos. Sin embargo trata de hacer reflexionar a los pintores el arte se pierde respeto así mismo, se posterna ante la realidad exterior y el pintor tiende cada vez más a pintar, no lo que sueña sino lo que ve.
Se debe pensar que no es malo hacer uso de los instrumentos mecánicos para realizar una obra de arte, lo malo está cuando nos olvidamos de lo que queremos imprimir de nosotros mismos en esa obra y le conferimos todo nuestro trabajo a una máquina. Y continúa diciendo: una locura, un fanatismo extraordinario, se apoderó de los admiradores del sol. Asociando y agrupando bribones y mujerzuelas, emperifollados como los carniceros y las lavanderas en el carnaval, y rogando a estos héroes que sigan en sus puestos el tiempo necesario, con sus muecas de  circunstancia, se han jactado de mostrarnos las escenas trágicas o graciosas de la historia antigua, cometiendo así un doble sacrilegio e insultando a la vez la divina pintura y el arte sublime del comediante. Es decir que abundaban los aficionados a la máquina, pero eran contados los que sabían interpretar los secretos de la luz y de la forma. Se descubrieron imágenes hechas por aficionados verdaderamente artistas y no profanadores del arte, como los llamaba Ibsen. Importantes periódicos extranjeros publicaban a diario muestras verdaderamente prodigiosas de bellezas fotográficas como las imágenes creadas por el médico, Peter Henry Emerson (1856-1936), las cuales  eran de tal sutileza,  originalidad y dignas de ser clasificadas como fotografías de arte.

Graciela Mejía González


Ver: La fotografía de arte o fotografía naturalista  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/la-fotografia-de-arte-o-fotografia.html
La especulación pura de lo sublime  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/la-especulacion-pura-de-lo-sublime.html
Una imagen imprecisa o de aspecto flou  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/una-imagen-imprecisa-o-de-aspecto-flou.html