La calle atronadora en torno a mí gritaba. Alta, esbelta… una mujer pasó, con mano fastuosa levantando y meciendo el borde de su falda. Ágil y noble, con sus piernas de estatua. Yo bebía, crispado como un extravagante, en sus ojos, firmamento morado, que gesta un huracán, el dolor que fascina y el deleite que mata. Un relámpago… ¡y la noche otra vez! Fugitiva belleza, cuya mirada me ha hecho de pronto renacer, ¿no te veré de nuevo más que en la eternidad?¡En otra parte, lejos de aquí, ya tarde! ¡Nunca quizá!, pues no sé a dónde huyes e ignoras dónde voy, tú a quien hubiese amado, tú que bien lo sabías. Charles Baudelaire
Renoir plasmó en su cuadro "Joven vestida de azul, camino al conservatorio", la sutil pincelada de su estilo, que resultó particularmente adecuada para reproducir la delicadeza de la piel, de los rasgos y de la ropa. La sensibilidad de su trabajo es evidente. Cada pincelada larga y fina —casi siempre— se distingue con claridad y contribuye a la, también, sutil mezcla de colores. En sus pinturas, los tonos puros se funden para sugerir las complejidades colorísticas hasta de los objetos más simples. El sombrero de la joven está compuesto de múltiples toques de azul, negro y blanco, meticulosamente aplicados y compensados con notas más cálidas de amarillo y rojo. El fondo apenas está esbozado. Una serie de trazos largos y sueltos suavizan el contorno de la cabeza de la joven, con los mismos colores del sombrero y el cabello. La palidez y la tersura de la piel resaltan sobre este fondo más oscuro y de más textura. En contraste, lo compacto de la silueta y lo exquisito de las manos enguantadas destaca notablemente del fondo de color crema que el artista dejó intacto. En este retrato Renoir ya anticipaba la pincelada ligera y muy diluida, la tersura de la textura, el fondo cálido e inacabado aparentemente, y el color azul cobalto que atrae por su extensión en este cuadro. La fina y elegante actitud de la modelo que parece indiferente a su entorno es prototipo de una sociedad urbana moderna en donde la gente va de prisa, se mueve constantemente y pasa desapercibida por las demás personas, menos por quien la contempla desde lejos; una fujitiva belleza que se desvanece con la premura de una ojeada, pero que el artista guarda en su mente y lo plasma para la eternidad.
Graciela Mejía González
Ver: Retrato de niña, Pierre Auguste Renoir http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/retrato-de-nina-pierre-auguste-renoir.html
La mujer de azul, Thomas Gainsborough, http://vieliteraire.blogspot.mx/2013/03/la-mujer-de-azul.html
Naná o la mujer ante el espejo, Édouard Manet http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/nana-o-la-mujer-ante-el-espejo-edouard.html
La condesa de Houssonville, Jean Auguste Dominique Ingres http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/la-condesa-de-houssonville-jean-auguste.html