El Capitán Fracasa, Théophile Gautier

Como mi amor es infinito, no sufre la menor barrera. 
Dios puede decirle al mar: No vayas más allá, y ser obedecido. 
Una pasión como la mía no conoce orillas y sigue invadiéndolo todo, 
aunque le diga vuestra voz celeste: Detente ahí.
Théophile Gautier


El Capitán Fracasa (Le Capitaine Fracasse) es una novela hecha por entregas por Théophile Gautier a la Revue Nationale et Etranger y publicada en 1863, repleta de duelos a espada, intrigas, comediantes afables y bufonescos, bandoleros, duelos de honor, peligros y, por supuesto, un amor ideal y caballeresco. Se recrea en la Francia de Luis XIII al modo romántico, con un encanto irónico.
El texto que publiqué sobre Honoré de Balzac, lo subtitulé como La ambición devoradora de escribirlo todo; al de Théophile Gautier debí subtitularlo como La ambición devoradora de describirlo todo, pues es en esta novela en donde más se nota esta ambición. Todo, los escenarios, los duelos, la indumentaria de los personajes y hasta sus emociones son descritos por este autor tan minuciosamente que parece que uno está viendo una película.
¿De qué trata esta novela? El joven barón Sigognac, último descendiente de una familia noble, vive miserablemente en un castillo en ruinas en Gascuña.  Valiente con los hombres, era tímido con las mujeres, como todos los corazones generosos. Un grupo de comediantes, personajes benéficos, algo grotescos y entrañables que se dirigían a París, le proponen que les acompañe hasta ahí, donde podrá hacer fortuna y levantar el honor de su apellido. El barón se enamora de la actriz Isabel, cuya belleza y modestia le parecían más propias de muchacha nacida en noble cuna. Su gran corazón le lleva a la escena, para representar, como un cómico más, al esperpéntico Capitán Fracasa. El sentimiento que le une a Isabel crece con el paso del tiempo, pero la maldad y la soberbia, encarnadas en el pérfido duque de Valleumbroso, se confabulan contra su felicidad. Llegan todos por fin a París; el inocente y provinciano Sigognac queda estupefacto ante aquel mundo grandioso, y él, con un aspecto macilento, aire de loco y desastrado traje. De nuevo Valleumbroso pondrá a prueba el temple del protagonista. El marqués de Bruyeres organiza un duelo entre el duque y el barón. Vallombroso no acepta la derrota y secuestra a Isabel, encarcelándola en el castillo del príncipe de Valleumbroso (padre del duque). Sigognac ayudado por algunos actores logra liberar a la chica, pero en la lucha el barón lesiona gravemente al duque. Creyendo que él lo había matado, se escapa y vuelve a su castillo decrépito. Mientras tanto, el príncipe de Vallombroso, viéndole a Isabel un anillo la reconoce como la hija que había nacido veinte años antes de su relación con una actriz. El duque y la niña son hermano y hermana. Isabel entonces puede casarse con el barón, que con la ayuda del príncipe y duque recuperará el rango perdido. Al final, Belcebú, el gato de Sigognac, muere, es sepultado, y ahí descubre un tesoro que lo convertirá en rico.
Gautier deja caer los velos del verdadero misterio del final de esta historia que lo caracteriza como un escritor romántico con su pluma hiperbólica y dice que tenía la intención de terminar la novela de una manera dramática. Después del duelo con Valleumbroso para rescatar a Isabel de su cautiverio, Sigognac vuelve a su castillo, desciende sin esperanza con el corazón roto a la cripta donde están enterrados sus antepasados para descansar eternamente con ellos. Pero, a petición de la editorial (que al parecer conocía los gustos del público), y por consejo de su esposa, optó por un final feliz. Desde un punto de vista particular, considero que lo que hace grande a un autor es su estilo y Gautier es el escritor romántico por excelencia y una obra de este tipo suele terminar en tragedia. Es una lástima, que algunas veces, se tenga que sacrificar el estilo propio por el gusto de las mayorías. Yo me quedaría con el final que Gautier pensó primero para esta obra, aunque tal vez esta idea pasó por su mente y no la dejó en papel, yo imaginé ese final como sigue:
Sigognac regresó a su castillo en ruinas, mientras pensaba en Isabel y se decía; entre los dos hay desde ahora un cadáver; un arroyo de sangre nos separa y, con todo, yo no podía salvar su honor sino con esa muerte. ¡Cuan desgraciado soy! Yo mismo he creado el obstáculo contra el cual había de estrellarse mi amor y matado mi esperanza con la espada que defendía mi bien. Por guardar a quien quiero, me aparto de ella para siempre. ¿Con qué cara voy a ir, rojas las manos de sangre, ante Isabel enlutada? ¡Ay, he vertido esa sangre por defenderla, pero era sangre fraterna! Sigognac abrazó con una última mirada aquellos muros negros de vetustez  y verdes de musgo, en que tan conocida le era cada piedra de ese castillo; aquellas torres de enmohecidas veletas, que durante tantos años contemplara con mirada fija y distraída que nada veía; las ventanas de aquellos devastados aposentos, que había recorrido, cual fantasma de un castillo maldito, con miedo casi del ruido de sus propios pasos; aquel jardín inculto, en que saltaban los sapos sobre la tierra húmeda, y en donde las culebras se deslizaban entre las zarzas; la capilla, de hundida techumbre; los ruinosos arcos, que obstruían con sus escombros las losas, llenas de verdín, bajo las cuales reposaban juntos su anciano padre y su madre, graciosa imagen, confusa como el recuerdo de un sueño, apenas entrevista en los primeros días de la infancia. Derruído de un puntapié los baluartes de cien fortalezas, desafiada la suerte, destripado el azar, abrasado el infortunio, Sigognac desciende sin esperanza con el corazón roto a la cripta donde están enterrados sus antepasados para descansar eternamente con ellos. El olvido cubre su nombre, antaño glorioso, y la hierba borra su blasón sobre su desierto pórtico. Fin

Graciela Mejía González

Ver: 200 años de Théophile Gautier   http://vieliteraire.blogspot.com/2011/12/la-belleza-del-arte-literario-200-anos.html
Espirita, Théophile Gautier http://vieliteraire.blogspot.mx/search/label/Espirita.%20Théophile%20Gautier
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