The camera and the pencil

Los pintores debieran hacer de la cámara oscura el mismo uso que los naturalistas y los astrónomos hacen del microscopio y el telescopio, porque todos esos instrumentos contribuyen en igual medida al conocimiento y la representación de la naturaleza.
Algarotti 


Los fotógrafos, durante mucho tiempo estuvieron acomplejados por los pintores, a los cuales se les consideraba como los únicos capaces de ejercer con plenitud una de las bellas artes, pero buen número de pintores habían trocado sus pinceles por el aparato de fotografiar y las placas sensibles. Existe el hecho de que gran número de fotógrafos fueran primero pintores o dibujantes —baste con nombrar a Daguerre, Octavius Hill, Stelzner, Nadar entre otros muchos— y de que la fotografía haya reemplazado en arte a la pintura y a la miniatura para el retrato, y luego al dibujo y al grabado para las ilustraciones de textos, obligó a muchos profesionales a abandonar su actividad primitiva y ejercer la nueva técnica a la que aportaban mucho de lo que habían heredado de sus actividades anteriores, sin embargo muchos fotógrafos fueron pintores fallidos que eligieron un medio de expresión más fácil, por tratarse de una técnica mecánica, con lo que se niega a la fotografía su carácter artístico. Tal vez el error —propone Susan Sontag—, radica en que la fotografía se desarrolla paralelamente al auge del realismo, lo que hace que ambos se confundan.

La fotografía de arte fue impulsada por el sueco Oscar Rejlander (1813-1875), quien  fuera un pintor retratista, abandonó la pintura para iniciarse como fotógrafo. Empezó a utilizar la fotografía para esbozar sus cuadros y terminó creando un estudio fotográfico y la primer fotografía con este propósito. Los dos caminos de la vida. Se dedicó ha hacer retratos de mujeres desnudas y las vendía a los artistas pintores. Así fue que al menos en Francia, la fotografía terminó siendo reconocida como arte el 10 de Abril de 1862, considerando que los dibujos fotográficos no deben necesariamente ser considerados como desprovistos de carácter artístico. Delaroche afirmó tajantemente: ¡Hoy, la pintura ha muerto! Provocando con esto desacuerdos de los máximos representantes del academicismo:  Ingres, Flandrin, Troyon, Isabey,  y  Puvis de Chavannes.
Gaspard Félix Tournachon (1820-1910), conocido como Nadar fue un periodista francés, dibujante, caricaturista y aeronauta. Se instaló en 1860 cerca del bulevar des Capucines y fotografió en su casa a grandes personalidades, dando libertad al modelo de ser el mismo y sin hacer la toma hasta cuando encontraba la expresión adecuada y sin retocar las pruebas. Entre los personajes que posaron para él se encuentran: Nerval, Théophile Gautier, Alexandre Dumas padre, Rossini, Liszt, Delacroix, Proudhon y George Sand, entre otros. Nadar era un gran observador y psicólogo, lo llamaban El Tiziano de la fotografía y declaraba que el retrato es la aplicación más preciosa y al mismo tiempo la más delicada en fotografía y Etienne Carjat (1828-1906), también caricaturista, escritor y editor de la revista Le Boulevard, fue un activo retratista, semejante a Nadar. Retrató a grandes personalidades, entre ellas a Charles Baudelaire, que es en la actualidad la más famosa fotografía que se conoce de este personaje.
Sin embargo, Ingres fue probablemente uno de los primeros pintores que utilizaron el daguerrotipo en la ejecución de los retratos que le entregaban. En 1855, Eugène de Mirecourt, contemporáneo suyo, relacionó su obra con las fotografías de Nadar: El joven Nadar es el único fotógrafo a quien Ingres envía a los clientes que quiere retratar con perfecto parecido. Las fotografías de Nadar son tan maravillosamente exactas que el señor Ingres ha producido con ayuda de ellas los retratos más admirables sin necesidad de tener al retratado ante sus ojos.
Ni siquiera un enemigo declarado de la cámara fotográfica como el académico Hippolyte Flandrin se abstuvo de usar fotografías. Artistas menos convencionales, como Courbet, Manet, Degas, Cézanne y Gauguin, se valieron de la fotografía en casos parecidos.  Manet, sin duda alguna, conocía los experimentos con luz artificial de Nadar. Uno de los retratos de Manet al aguafuerte, el de Baudelaire, está hecho sobre la base de una fotografía con luz artificial que hizo Nadar del poeta en 1859. También en los retratos de Manet predominan las zonas más oscuras y más claras. Esta manera periférica de sugerir la solidez de las formas es corriente en los retratos fotográficos. Utilizando esta peculiaridad inherente a la fotografía, eliminando toda la gama de tonos medios y tendiendo así a aplanar las formas, se podía crear una reconciliación pictórica muy eficaz entre la imagen fotográfica sutilmente articulada y los efectos aplanados de los grabados japoneses.
Otro pintor que recibió con agrado a la fotografía fue Millet. Millet, en carta a Rousseau escrita en Barbizon en 1861, le dice: Tienes que haber visto a Eugène Cuvelier. Me mostró unas fotografías muy bellas que ha tomado en su tierra, y en el bosque. Millet considera que la fotografía es buena cosa y le gustaría tener una máquina fotográfica y sacar vistas. Sin embargo, jamás pintaría basándose en fotografías, sino que se limitaría a usarlas como nosotros usamos las notas. Las fotografías, dice, son como vaciados del natural, que nunca podrán equipararse a una buena estatua. Ningún mecanismo puede sustituir al genio. Pero la fotografía, si la usamos como usamos los vaciados, podría ser muy útil.
David Octavius Hill fue también un pintor que no sólo encontró útil la cámara fotográfica, sino que acabó siendo conocido do como uno de los retratistas fotográficos más notables del siglo XIX. En compañía del farmacéutico y fotógrafo Robert Adamson, Hill comenzó a fotografiar sistemáticamente a cada uno de los personajes que iban a aparecer en el cuadro. Ambos prefirieron el calotipo, probablemente porque era más fácil de manejar que el daguerrotipo, y también porque los amplios y suaves efectos tonales de este medio de expresión visual encajaban mejor con la admiración de Hill por Rembrandt, Turner y los pintores ingleses que usaron la media tinta. Para los años sesenta del siglo XIX ya era posible proyectar o fijar la imagen fotográfica en el lienzo mismo, de modo que pudiera servir de esbozo preliminar. El norteamericano M. A. Root, en su obra The Camera and the Pencil (1864), menciona la necesidad de evitar pesadas horas de pose por el sistema de transferir imágenes fotográficas al lienzo. Delacroix fue uno de los pintores que recibió con los brazos abiertos a la fotografía y utilizó sin el menor reparo fotografías para ejecutar algunos de sus cuadros y dibujos. El arte, como insistía, no era, simplemente, la reproducción indiferente de los objetos, sino una cuestión de refinamiento intelectual y visual. Según Delacroix, era preciso que el pintor se familiarizara con el verdadero carácter de la luz y la sombra, que observara los matices sutiles de la recesión tonal, y que se inclinara en todos los demás secretos de la naturaleza.
Gustave Courbet consideraba por su parte que el realismo y la fotografía eran una misma cosa. Constable aceptaba la imposibilidad de una desconexión total entre lo que se veía y lo que se sabía y Monet, había preferido nacer ciego y recobrar la vista siendo adulto, a fin de poder disfrutar de total objetividad visual. En las primeras fotos de follaje en movimiento se observa, además de los suaves efectos de claroscuro propios del calotipo, un cierto desdibujamiento de la imagen, pero también se produce un fenómeno parecido por causa del efecto llamado halación, que consiste en que las zonas iluminadas de la fotografía penetren en partes contiguas periféricas de formas más oscuras. La consiguiente pérdida de definición de esas formas, que quedan mermadas por la fuerza erosionante de la luz, semeja al nuevo estilo, que podríamos llamar impresionista, y que apareció repentinamente, sin razón aparente, en la obra de Camille Corot a fines de los años cuarenta del siglo XIX.
Comienza a generalizarse el uso de placas de cristal a modo de soporte de emulsiones fotosensibles. La haliación se produce cuando la luz que penetra en la emulsión establece contacto con el lado no recubierto del cristal y refracta de rebote a través de la emulsión desde atrás, por eso no es descabellado relacionar con la fotografía a Corot y a otros pintores del grupo de Barbizon.
Los artistas de finales de los años cuarenta y los cincuenta del siglo XIX no pudieron hacer caso omiso de la obra de los fotógrafos de su tiempo, que, después de todo, tenían por fuerza que instalar sus trípodes junto a sus cablletes en los amenos retiros del bosque de Fontainebleau. Y tampoco es probable que los pintores rehusaran echar por lo menos una atenta ojeada a aquellas fascinadoras láminas de calotipo y colodión, con las que sus obras iban a tener que competir inevitablemente. Corot había sido criticado hacia 1850 por un contemporáneo suyo por su manera de representar los árboles. Nadie los veía así: No son árboles, son humo. Esencialmente, tanto Corot como Monet representaban sus temas, no como los vería el ojo, sino como los captaría la cámara fotográfica. La representación de la imagen borrosa en la pintura impresionista provenía de la influencia que tenían las primeras fotografías —de escenas urbanas de aire fantasmal y carentes de naturalidad— sobre los pintores. El ojo humano es incapaz de ver otra cosa que los patrones de continuidad más inmediata de los objetos en movimiento, mientras la cámara fotográfica capta la totalidad de la gama del movimento. Esta característica, que era corriente en las fotografías anteriores a la aparición de las placas más sensibles y los sistemas de obturadores más rápidos, es una de las innovaciones de la pintura impresionista.

Graciela Mejía González


Ver: Nace un arte nuevo  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/nace-un-arte-nuevo.html
La fotografía nace del cuadro  http://vieliteraire.blogspot.mx/2011/12/la-fotografia-nace-del-cuadro.html